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Tras el incendio en Notre-Dame, ¿qué sigue?

  • Foto del escritor: Somos MX
    Somos MX
  • 13 may 2019
  • 4 Min. de lectura

Por Guillermo Martínez (@MemoMtzGmz)

Dentro de los próximos días habrá transcurrido el primer mes del incendio que causó grandes estragos en la Catedral de Notre Dame de Paris. Construida durante los siglos XII y XIV en el corazón de la capital francesa, que en esa época ya comenzaba a posicionarse como unos de los centros económicos y culturales más relevantes de la Europa medieval, debido a su ubicación geográfica, la catedral es considerada como uno de los referentes simbólicos más importantes del arte gótico, de la religión católica y de la cultura occidental.


La noticia se dio a conocer a nivel mundial en un lapso de tiempo relativamente corto, y fue tema de conversación en prácticamente todos los círculos sociales, donde los comentarios estribaron desde una superflua expresión de lamento, los comentarios sobre eurocentrismo y revictimización de otras culturas, hasta grandes análisis sobre las numerosas implicaciones que tuvo el siniestro, unas perceptibles a simple vista, otras no tanto.


Sin lugar a dudas, el incendio que azotó a la catedral de Notre Dame se da en un momento crítico para el país en el ámbito político y económico, sin dejar de lado, claro está, la particular situación en cuanto a la identidad nacional y su obligada, más que deliberada, reconfiguración. Precisamente, el mandatario francés tenía previsto dar un discurso sobre medidas en respuesta a las manifestaciones de los chalecos amarillos cuando fue informado sobre la gravedad del incendio y, en una aventurada jugada, quizá de índole política, decidió optar por un discurso distinto, de esperanza y de llamado a la unidad ante una tragedia de este tipo.


Al mensaje alentador de Macron se le sumó una declaración del propio mandatario en la que fijaba el periodo de reconstrucción de la catedral en cinco años, de tal suerte que estuviera rehabilitada en su totalidad para los olímpicos de 2024 que tendrán sede en la ciudad parisina. Ante esto, uno difícilmente podría asegurar si la lectura que realizó Macron fue errada, o si el descontento a nivel interno es muy grande, pero las expresiones de descontento continúan e incluso han tomado un giro a raíz del incendio, en donde las acciones provenientes del Estado y de particulares, especialmente en lo tocante a las donaciones, han sido severamente criticadas y señaladas como expresiones de la desigualdad que existe en Francia.


Al día de hoy, las protestas han continuado de una manera prácticamente ininterrumpida, a pesar de las medidas anunciadas en conferencia de prensa por Macron, lo que claramente deja ver que la respuesta del gobierno francés no cumplió las expectativas de los protestantes, no por el carácter mismo de las medidas, sino por la carencia de impacto inmediato, que es tal vez el punto más señalado. De esta manera, el panorama político-social se torna complicado para un gobierno al que le resta bastante camino por recorrer, pero cuya primera prueba, las elecciones del europarlamento, está a solo un par de semanas.


En el ámbito económico, la situación tampoco luce favorable, teniendo en cuenta que el deterioro de la catedral representa un impacto en la región de París, cuya aportación al PIB de Francia es casi de una tercera parte. El sector turístico es el que se verá afectado de manera inmediata, sobre todo si se toma en cuenta que la Catedral recibía un promedio anual de 13 millones de visitantes - alrededor de 35 mil 600 por día - una cifra a todas luces importante, especialmente si tomamos en consideración dos elementos; por un lado, que el país recibe anualmente 87 millones de turistas; y por otro, que 70% del PIB de Francia proviene del sector terciario, el cual engloba al sector servicios, y por ende, la actividad turística.


Respecto al proceso de restauración, es de suma importancia mencionar que ya se encuentran distintos especialistas realizando análisis sobre la estructura, y de manera tentativa, se estima que tomaría alrededor de diez años dejar totalmente rehabilitada la catedral, lo cual desvirtúa las declaraciones realizadas por Emmanuel Macron, quien comentó que sería la mitad de tiempo, es decir, cinco años. En este sentido, el aparato gubernamental se puso en marcha rápidamente y aprobó un proyecto de ley en aras de agilizar la reconstrucción de la catedral, con una serie de medidas de índole tributaria (un régimen de desgravación para los donantes), financieras (mecanismos de gestión sobre las donaciones, las cuales se sitúan ya, según se tiene registro, en mil millones de euros) y técnicas (modificaciones de los instrumentos normativos en materia medioambiental y de desarrollo urbano).


De esta manera es que la vida tanto de parisinos y franceses continúa, con un horizonte de oportunidades y desafíos que afrontar a corto, mediano y largo plazo en todos los ámbitos: la restitución de la estabilidad social, el retroceso y reversión de los nacionalismos exacerbados, de carácter xenófobo y la reactivación de una economía que recientemente ha experimentado retroceso. Es justamente a través de la “simple” reconstrucción de una catedral que queda en evidencia que hay mucho más en juego, más allá de la reconstrucción en sí.

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