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¿Oposición o clasismo?

  • Foto del escritor: Somos MX
    Somos MX
  • 8 may 2019
  • 3 Min. de lectura

Por José Manzano


El pasado domingo 5 de mayo fuimos testigos de otra movilización de un sector poblacional opositor al presidente Andrés Manuel López Obrador. Estas movilizaciones tuvieron lugar en varios estados de la república y, a pesar de ser congregaciones de pocas personas, el rechazo a Andrés Manuel fue estruendoso y las consignas pedían al unísono su renuncia.


No obstante, lo que pudo haber sido un simple ejercicio ciudadano de protesta se convirtió en un espacio para propugnar clasismo, racismo y declaraciones que perpetuan la amplia brecha de desigualdad en nuestro país. Desde el primero de julio, ha sido evidente que el proyecto de la Cuarta Transformación disgusta a amplios sectores de la población perteneciente a las clases media y alta. Así lo vimos en las denominadas marchas fifís en noviembre y diciembre del año pasado y, como en esta ocasión, las marchas no estuvieron exentas de pancartas con mensajes clasistas; de consignas xenófobas en rechazo a los migrantes e incluso, algunas más creativas, aludiendo a que en México vamos camino al comunismo.


Esta manifestación no fue diferente. Así lo demostraron diversas personalidades que participaron en el ejercicio, tal como fue el caso del empresario que, al ser entrevistado, argumentó que los seguidores de Andrés Manuel “tienen el cerebro más pequeño y menos ejercitado”, o el caso de grupos de personas que orgullosamente se denominaban bajo el nombre de fifís porque han trabajado y estudiado, aludiendo a que quienes votamos por López Obrador no somos más que flojos sin educación.


En diversas ocasiones se ha propugnado en estos ejercicios el rechazo a las “consultas patito” y a los programas sociales, con un mensaje clasista en el fondo, como si el “pueblo” -ese concepto que tanto rechazan- no tuviera el suficiente criterio para tomar decisiones y como si “darles dinero” impidiera que los pobres salgan del “conformismo” que tanto señalan. De igual manera, en muchas ocasiones se ha criticado al presidente desde el clasismo; es decir, se le ha criticado no por su gestión como presidente, sino por sus orígenes sociales, por su forma de hablar, de vestir, etc. Estas críticas no han estado exentas para ningún simpatizante de López Obrador, incluso su hijo menor, Jesús, ha sido objeto de duras críticas por su forma de vestirse, por su cabello y por su físico. Peor aún han sido las críticas que abiertamente insultan a los simpatizantes de Morena, llamándolos “nacos”, “resentidos”, “fanáticos”, “apestados”, entre otros adjetivos.


Con dichos argumentos, debería ser suficiente para explicar por qué han sido tan pocas las personas que asisten a esas movilizaciones; sin embargo, la explicación no se encuentra en el contenido de la crítica, sino en que, genuinamente la población que pertenece a este sector no excede el 1% de la población total del país. Con esto no se pretende argumentar que este porcentaje es el total de la oposición al actual gobierno, pues el argumento principal es que la Marcha del Silencio –que no lo tuvo-, al igual que las anteriores marchas fifís, son movilizaciones para reivindicar la identidad y sentido de pertenencia a las élites y en esos momentos, desenmascaran su pensamiento y su visión de este país, la cual no podría estar más alejada de la realidad.


La movilización del domingo pasado deja en evidencia, una vez más, que hay un profundo desconocimiento sobre las causas de la pobreza y la desigualdad en nuestro país. Para este sector de la población, es imposible darse cuenta que las oportunidades y el ingreso que percibimos están ligadas al color de piel y al núcleo familiar en el que nacemos. Pero, sobre todo, hay un profundo desconocimiento de que, quien nace en la pobreza, desafortunadamente no sale de la pobreza. La razón por la que el 59.1 % de la población vive en pobreza y el 1% concentra un tercio de la riqueza total del país no es porque el 1% sea más capaz que el otro, sino porque en la actualidad no existen oportunidades y mecanismos que permitan a las clases bajas aspirar a un nivel mejor de vida.


Por lo anterior es importante difundir esta noción y, pedir que, si vamos a protestar contra el presidente, sea con argumentos y con verdaderas causas, no para insultar y perpetuar las relaciones asimétricas entre los distintos estratos sociales de nuestra sociedad. Más allá de filias y fobias, la intención detrás de este texto es llamar a la reflexión para hacer de la lucha contra la pobreza y la desigualdad una causa común.


Con esta crítica no debe malentenderse que no se tenga el derecho de manifestarse por las razones que uno crea necesarias, pero, de igual manera, ello no significa que no debamos señalar y criticar a las clases altas que quieren disfrazar su clasismo con oposición política.

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