Migraciones Climáticas
- Somos MX
- 2 may 2019
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Por Priscila Escamilla (@PriscillaGEp)

En 1990, el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) observó que la migración humana podría ser la consecuencia más grave del cambio climático. Millones de personas se tendrían que desplazar a causa de la erosión de la línea costera, de las inundaciones del litoral y de los estragos en la agricultura. Desde entonces, varios analistas han intentado estimar el volumen de los futuros flujos de migrantes climáticos (a veces llamados “refugiados ambientales”) y la mayoría de las predicciones para el año 2050 giran en torno a 200 millones de personas.
A mediados de los noventa, se difundieron ampliamente informes según los cuales más de 25 millones de personas se habían visto forzadas a abandonar sus hogares y sus tierras a causa de diferentes y considerables presiones medioambientales, entre las que se contaban: la contaminación, degradación del suelo, las sequías y los desastres naturales.
Al mismo tiempo se declaró que el número de esos “refugiados medioambientales”, como se les llamó, sobrepasaba el conjunto de los refugiados por persecución política y por guerras.
¿Doscientos millones de migrantes climáticos para el año 2050? Se trata de un número realmente alto que equivale a diez veces la cifra actual de refugiados documentados y poblaciones desplazadas internamente.
Para hacerse una idea más clara, en cifras relativas, ello significa que en el 2050 el cambio climático habrá sido la causa del desplazamiento de una persona por cada 45 en el mundo, cifra que también sobrepasa la actual población migrante mundial. De acuerdo con la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), actualmente cerca de 192 millones de personas, es decir el 3 por ciento de la población mundial, vive fuera de su lugar de nacimiento.
El cambio climático contribuye a la inestabilidad económica y política, además de agravar sus efectos; intensifica desastres de aparición repentina, como inundaciones y tormentas, y también desastres de aparición paulatina, como sequías y desertificaciones. A su vez, estos desastres hacen que se pierdan cosechas, aumente el hambre y se agraven las condiciones de hacinamiento en los centros urbanos.
Veamos algunos ejemplos:
1. Cuenca del Amazonas: Conforme se derriten los glaciares, se reducen las reservas de aguas dulces en la llanura andina, lo que ocasiona más tensiones entre los habitantes y las operaciones de la industria minera y agropecuaria que consumen gran parte del agua restante. Algunos investigadores predicen que este conflicto por los recursos atraerá más inmigrantes a la cuenca del Amazonas, donde muchos ya se dedican a la minería informal y al cultivo de coca, lo cual podría propiciar el surgimiento de sindicatos delictivos.
2. Lago Chad: El lago Chad, un recurso vital para Camerún, Chad, Níger y Nigeria, se ha reducido en más del 90 por ciento desde 1963. Esta catástrofe ecológica es un factor más que contribuye a la crisis del grupo insurgente Boko Haram, el cual ha provocado el desplazamiento de 3.5 millones de personas.
3. Siria: En 2007, comenzó un periodo de tres años de sequía en Siria oriental, Turquía, el norte de Irak y el área occidental de Irán; la peor que ha sufrido la región desde que se cuentan con datos científicos. En Siria, la escasez de agua, las cosechas perdidas y las muertes del ganado hicieron que 1.5 millones de personas se desplazaran de áreas rurales a las ciudades. Los precios de los alimentos se dispararon, lo cual agravó las tensiones económicas y sociales, y dejó a los sirios en una situación terriblemente vulnerable al estallar la guerra.
4. China: Los desiertos de este país han aumentado en 54,000 kilómetros cuadrados desde 1975, lo que ha eliminado tierras de cultivo y ha ocasionado la producción de devastadoras tormentas de arena. El gobierno ha reubicado a cientos de miles de “inmigrantes ecológicos”, muchos de los cuales pertenecen a minorías religiosas o étnicas, de las áreas afectadas del norte de China.
5. Filipinas: Muchos modelos del clima predicen que el alza en la temperatura de los océanos hará que se intensifiquen los tifones y las tormentas tropicales, adquiriendo mayor poder de destrucción. Desde 2013, casi 15 millones de personas han sido desplazadas en Filipinas debido a los tifones y las tormentas. El tifón que ha ocasionado más muertes, Haiyan, mató a más de 7000 personas.

Numéricamente y geográficamente, Asia meridional y Asia oriental son particularmente vulnerables a la migración forzosa a gran escala a causa del desmesurado efecto de la elevación del nivel del mar sobre las densas poblaciones que viven en zonas bajas. Seis de las diez megápolis asiáticas se sitúan en el litoral (Yakarta, Shangai, Tokio, Manila, Bangkok y Mumbai).
Varios millones más de personas están en situación vulnerable en África, en particular en la zona del delta del Nilo y a lo largo de la costa occidental del continente. El cambio de la pluviosidad tendrá consecuencias particularmente graves para la seguridad alimentaria en el África subsahariana. De acuerdo con el último informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés), para 2020, la disminución de las precipitaciones podría afectar el rendimiento de los cultivos hasta en un 20 por ciento, con el consiguiente aumento de la malnutrición.
Los pequeños estados insulares del mundo entero son particularmente vulnerables a la elevación del nivel del mar porque, en muchos casos (las Bahamas, Kiribati, las Maldivas y las Islas Marshall), la mayor parte de su territorio está apenas a tres o cuatro metros sobre el actual nivel del mar. Un análisis de 1999 ha estimado que, para el año 2080, los habitantes de los pequeños estados insulares se verán expuestos a un riesgo de inundaciones 200 veces mayor de lo que hubiese sido en caso de no haber calentamiento de la tierra.
El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) calcula que, desde 2008, han sido desplazadas 22.5 millones de personas por eventos climáticos extremos o relacionados con el clima. Mientras más desordenado se torna el clima, más gente deja su hogar. Conforme nuestro mundo se calienta y los niveles del océano se elevan, se pronostica que el problema de la migración forzada por todo el mundo se volverá mucho peor.
Muchas cosas exacerban los efectos de la sequía en América Central, incluyendo la deforestación extendida y la sobreexplotación de los campesinos de sus propias tierras. No obstante, de acuerdo con Climatelinks, un proyecto de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional, la temperatura promedio en El Salvador ha aumentado 0.016 grados Celsius desde la década de 1950 y las sequías se han vuelto más duraderas y más intensas. Entre 2000 y 2009, 39 huracanes golpearon esa nación, en contraste con los quince de la década de 1980.
La sequía y las temperaturas en aumento en Guatemala están haciendo que sea más difícil para la gente ganar lo suficiente para vivir o incluso sobrevivir, lo cual empeora la situación política de por sí frágil para los 16.6 millones de personas que viven en ese país.
Esta avalancha de estadísticas se puede resumir en un simple hecho: si siguen las tendencias actuales, el cambio climático representa una amenaza para la “capacidad de carga” de amplios ámbitos de la tierra, por ejemplo la capacidad de diferentes ecosistemas para facilitar alimentos, agua y refugio a las poblaciones humanas.
La retórica antimigratoria del gobierno de Donald Trump ha sido todo un teatro elaborado y grandilocuente que ha tenido consecuencias humanas reales y, en ocasiones, mortales. Pero Trump habla muy en serio al decir que quiere que la migración de habitantes de países pobres se detenga. Considera que los problemas en esos países son de ellos y no de los estadounidenses, sabiendo que su país es el principal responsable de la emisión de gases de efecto invernadero, además de estar involucrado en catastróficas intervenciones extranjeras en lugares como El Salvador y el resto del continente americano o el mundo árabe y el África subsahariana.
Si el presidente Trump de verdad quiere frenar la migración ilegal a Estados Unidos a la larga, más vale que cambie su postura con respecto al cambio climático. El gobierno de Trump puede seguir desmantelando la Agencia de Protección Ambiental y despreciar las acciones globales para proteger el clima o puede trabajar responsablemente para tratar de frenar la migración internacional abordando los desafíos de un planeta que se calienta.
La comunidad internacional muestra una capacidad limitada y un escaso interés por tratar el problema de la migración forzosa por razones climáticas en gran escala, pese a las graves consecuencias que ésta puede tener sobre el desarrollo. Cuando llega el momento de actuar, los discursos grandilocuentes y los elaborados compromisos para alcanzar nobles objetivos como los derechos de los refugiados, la protección del medio ambiente y el desarrollo sostenible, suelen caer en manos de intereses geopolíticos.
Es necesario que este problema se reconozca internacionalmente, que se comprenda mejor sus dimensiones y que haya voluntad de resolverlo.
En ese sentido:
Es necesario que la comunidad internacional reconozca oficialmente el problema de la migración forzosa por razones climáticas.
Es necesario que las políticas de desarrollo y adaptación en los países que podrían originar migraciones por razones climáticas se centren en reducir la vulnerabilidad de las poblaciones al cambio climático, mediante el traslado de los residentes de zonas de baja productividad y el apoyo a una producción de medios de subsistencia más flexibles. En particular, un uso más eficiente de los recursos existentes reduciría algunos de los efectos pronosticados del cambio climático.
Es necesario profundizar bastante más las investigaciones sobre las causas y consecuencias de la migración por razones climáticas y realizar un seguimiento cuantitativo.
Debemos ser concientes de que el cambio climático es real, y que no solamente nos afecta a nosotros como seres humanos, sino a todos los seres vivos del planeta. Estamos acabando con lo mas preciado que tenemos, nuestros recursos, ecosistemas, mares y ríos.
Es la comunidad internacional quien debe poner en marcha planes y estrategias reales, poner las herramientas y recursos necesarios para hacer frente a esta situación que se sigue agravando cada día más, convirtiéndose en una cuenta regresiva hacia una catástrofe irreversible.
Fuentes :
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