La corrupción o la piedra de la sociedad internacional
- Somos MX
- 7 may 2019
- 4 Min. de lectura
Por Diana Flores (@Dianilla95)
Internacionalista con experiencia en temas anticorrupción

La corrupción es un mal que aqueja, sin duda en menor o mayor grado, a las naciones del mundo. Retomando el mito de Sísifo, los Estados siempre se encuentran “empujando” el combate y la prevención de este cáncer multisectorial, a través políticas públicas y acciones interinstitucionales. Sin embargo, como sociedad, siempre volvemos al mismo punto: ¿hemos realmente, avanzado en la lucha contra la corrupción?
Dentro de la obra de Leslie Holmes ¿Qué es la corrupción?, lectura recomendada por “Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad” en nuestro país, podemos conocer de este tema los siguientes datos:
En primera instancia, la corrupción como tal no tiene una definición única, y también, dependiendo la definición que utilicemos, incluiremos o no a ciertos actores sociales en dicha temática. Transparencia Internacional[1], por ejemplo, define la corrupción para su Índice de Percepción de la Corrupción como el “abuso de un cargo público para obtener una ganancia privada”; pero, en otros contextos, la misma organización define esto como el “abuso de un cargo público confiado a alguien para obtener una ganancia privada”.
Siguiendo esta línea, ambas definiciones apuntan que la corrupción inicia en el Estado y en las personas que ostentan cargos públicos. Sin embargo, dentro de nuestra realidad, hemos podido observar una cantidad importante de casos de corrupción empresa-Estado o interempresarial, desde Odebrecht hasta el reciente caso de Nissan[2] en Japón; por otra parte, otros personajes pueden ejercer un papel estratégico dentro del tema: desde el crimen organizado, que, para llevar a cabo sus actividades ejerce sobornos tanto a funcionarios públicos, como a empresas privadas, hasta los propios ciudadanos, que pueden buscar la evasión de una punición o el aceleramiento de ciertos trámites con regalos costosos o pagos “bajo la mesa”.
El combate a la corrupción es uno de los ejes temáticos más recurrentes dentro de la agenda política internacional; sin embargo, las posturas de los gobiernos sobre el tema no son necesariamente los mismos. A través de la Resolución 58/4 de la Asamblea General de las Naciones Unidas, el 31 de octubre de 2003, se creó la Convención de las Naciones Unidas contra la Corrupción[3], instrumento jurídico internacionalmente vinculante, establecido con el fin de poder guiar a los países signatarios dentro prevención y lucha contra la corrupción. El texto fue firmado y ratificado por 186 países, lo cual demuestra un amplio compromiso para la erradicación de este mal común. Pero, si observamos dentro de la Convención, no existe una definición como tal de “corrupción”, y se integra principalmente al sector público como protagonista, tocando en ciertos puntos a otros actores que también tienen un papel clave en esta encrucijada.
Por otra parte, también encontramos el combate a la corrupción dentro del Objetivo 16 de la Agenda 2030[4], dentro de las metas 16.5 “Reducir considerablemente la corrupción y el soborno en todas sus formas” y 16.6 “Crear a todos los niveles instituciones eficaces y transparentes que rindan cuentas”. Se ha incluido esta temática dentro de los objetivos, por el hecho de que esta situación afecta claramente a diversos sectores: salud, medio ambiente, hambre, pobreza… pero como tal, no hay una línea base de qué deben implementar y cómo deben ejercer los estados el combate a la corrupción. Ciertamente, pueden guiarse de la Convención de 2003 y pueden apoyarse a través de redes de cooperación regional o internacional, pero queda claro a través de estos dos ejemplos que los gobiernos del mundo no tienen una tarea fácil frente a esta quimera.
Durante la época electoral, presenciamos que el candidato y actual presidente Andrés Manuel López Obrador anunció como eje primordial de su gobierno, el combate contra la corrupción. Como medidas gubernamentales, durante sus casi cinco meses al poder, se han realizado diversas investigaciones sobre casos como la “Estafa Maestra”, o corrupción en el sector farmacéutico, a través de instituciones como la Secretaría de la Función Pública y la Unidad de Inteligencia Financiera de la Secretaría de Hacienda. Además, los Sistemas Estatales Anticorrupción han buscado a través de diversas vías el poder apoyar al gobierno central en la erradicación y disminución de la corrupción.
Tomando en consideración la posición de la diplomacia mexicana, sería pertinente aprovechar los canales regionales e internacionales en donde se pueda abordar el tema, se puedan compartir experiencias y se puedan buscar soluciones conjuntas. Será cuestión de ver qué posición toman tanto la cancillería como la presidencia respecto a esta área de oportunidad. No descartemos también, que, siendo una federación, nuestros gobiernos locales podrían tomar un mayor liderazgo en el tema de cooperación internacional para el combate a la corrupción. Esperemos que estos aires de cambio permitan una mejora política, un diálogo más abierto y una comunión de soluciones que puedan realmente disminuir el cáncer de la corrupción.
Notas al pie:
[1] Holmes, Leslie. ¿Qué es la corrupción? Traducido por Stella Mastrangelo. Ciudad de México: Libros Grano de Sal, 2017.
[2] Carlos Ghosn, el exejecutivo automotriz de Nissan, fue acusado de utilizar de una serie de corporaciones vinculadas a Nissan para transferir $ 5 millones a una compañía que controlaba registrada en el Líbano.
Para más información, puede consultar el artículo “Carlos Ghosn, for a 2nd Time, Is Released From Jail After Posting Bail” de The New York Times, publicado el 25 de abril de 209 en https://nyti.ms/2W7xeiO.
[3] Para más información, puede consultar la Convención en http://bit.ly/2INukNk
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